Hacia la deriva cultural. Una visión crítica.

"Aqui tienes tu globo de arroz" by Umbrales Cultura.

«Aqui tienes tu globo de arroz» by Umbrales Cultura.

Cultura.
(Del lat. cultūra).
1. f. cultivo.
2. f. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
3. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.

Fuente: Diccionario de la Lengua Española (DRAE). Última edición, 2014.

La cultura no es un adorno con el que decorar nuestras vidas o un simple suplemento que adjuntan algunos medios de comunicación, relegado a unos pocos interesados. La cultura no es mero entretenimiento, ni tampoco es patrimonio exclusivo de ciertas élites o algo refinado y de buen gusto que se contrapone a lo vulgar o a lo popular.

La cultura, esta palabra, profunda y suave, es el espejo en el que se reflejan nuestras miradas. Es un placer individual y una producción colectiva. Es la expresión artística en cualquiera de sus formas y contenidos. Es el intercambio constante de ideas.

¿Qué ocurre cuando la cultura se aprecia de manera pasiva, a distancia y con reservas? es entonces, cuando comprobamos que el papel de los poderes públicos se hace indispensable para reactivar su funcionalidad en el desarrollo de la sociedad.

Desde mi visión crítica, más o menos diversificada, me doy cuenta de la inaccesibilidad de la ciudadanía a la cultura. Las estrategias de poder en su vertiente más ideológica, se apropian del lenguaje cultural, acercándose a pasos agigantados hacia su verdadero interés, el poder político.

Las últimas leyes aprobadas nos ofrecen la cultura como un “bien de lujo”, sin tener en cuenta los daños colaterales para la sociedad; optan por una riqueza cultural exportable obviando lo que creadores y gestores opinan al respecto.

La cultura como patrimonio de nuestra civilización favorece la formación intelectual de los ciudadanos. En el Artículo 44 de la Constitución podemos leer: “La sociedad tiene derecho a la cultura y necesita de ella”.

Sin embargo, vemos cómo priman las cuestiones ideológicas de matices diversos y todo lo leído, se convierte en una extravagante incoherencia que nos acerca poco a poco hacia la deriva cultural.

Apunto razones hacia una insensibilidad cultural por parte de nuestros representantes políticos, siendo ésta una opción ideológica detectada desde la función crítica de gestores y creadores culturales.

El talento es intangible, no toda la cultura se vende o se compra, a veces, sólo se disfruta un instante o dos. La banalización de la cultura hace que pierda su dignidad por el camino disfrazándose de ideas efímeras, ventas, dinero, contactos…, en definitiva, la denominada “cultura de consumo”, claramente enfocada hacia “lo comercial”, sin fundamentación para el pensamiento ni para la reflexión.

El papel de los poderes públicos respaldado por los medios de comunicación generalistas se nos presentan cargados de ingredientes ideológicos, en lugar de optar por otras directrices más orientadas hacia la educación cultural: el mantenimiento de una red cultural pública y privada que favorezca el entusiasmo por el acercamiento a la cultura desde cualquier perspectiva conceptual, en lugar de ir a saltitos a través de medidas aisladas.

La tan manida “marca España” entiende la industria cultural, las políticas culturales y la creación cultural como mero soberanismo, ajena a los verdaderos intereses de la cultura entendida como bien común.

Únicamente se dan ciertos pasos desde las esferas privadas y colaborativas, museos, fundaciones, galerías, asociaciones, librerías y editoriales independientes parecen afrontar la misión de acercar la cultura a la sociedad.

En esta etapa actual de eufemismos, la precariedad laboral, económica (y a veces intelectual) de las instituciones públicas es más que preocupante, olvidando día a día promover en sus programas el impulso hacia la producción, exhibición, profesionalización, investigación y docencia en materia cultural.

La cultura como trabajo, como forma de vida. Un objetivo permanente lleno de obstáculos, que me motivan a seguir por el camino del «buen hacer».

Conclusión: seguir y seguir…!!!

Edited by Olivia Palacios.

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