La literatura como oficio. Francisco Umbral.

Uno tiene que morirse para recibir elogios. Lo decía Jardiel Poncela en su epitafio. Yo, de todas formas, iba para maldito a lo Baudelaire, pero al final me he quedado en Umbral, que es más cómodo. Me va a pasar como a Ramón. Mis libros circularán de mano en mano durante décadas y siempre habrá alguien que me descubra y que se dé cuenta de que escribía cojonudamente bien. Es lo que tiene dedicarse en cuerpo y alma al oficio.

Mis ídolos literarios (…) situados en un limbo de luz y versos, de patios y cultura, (…) los imagino paseando siempre por aquellos claustros, en un sol tranquilo, sin otra ocupación que intercambiarse metáforas de los clásicos y ocurrencias propias. Eso era para mí la literatura.

(…) No me habría importado no ser nunca escritor con tal de que se salvase la literatura. Me bastaba, saber que ese mundo sosegado y lleno de imágenes existía, y esto me consolaba hasta resignarme a no acceder a él.

La literatura como vida, como oficio, como imagen y memoria, como recuerdo.

Mientras escribo esta entrada, una mosca choca contra el cristal de la habitación, cae medio atontada y parece morir. La literatura y su oficio cobran nuevos sentidos, nuevas miradas a nuestro alrededor.




El vocablo «Umbral»
viene recogido en el DRAE en su segunda acepción como:

Paso primero y principal o entrada de cualquier cosa.

…Mi camino sigue tras su significado.

Edited by Olivia Palacios.